Aunque la norma OHSAS 18001 ha venido a ser sustituida por el estándar ISO 45001, la pirámide de la gestión de riesgos aun goza de un alto valor entre los profesionales de la seguridad y salud en el trabajo, se sigue presentando en las pláticas de prevención como una metodología eficaz en la gestión de riesgos.
La pirámide de la gestión de riesgos de la norma OHSAS 18001 plantea un orden jerárquico en el que se deben considerar todos los controles para una correcta administración de los riesgos. Dicha pirámide tiene en la punta la eliminación, seguida de la sustitución, después vienen los controles de ingeniería, en el penúltimo escalón la señalización y los controles administrativos y en la base el equipo de protección personal (EPP).
El concepto supone que cuando una organización ha identificado los riesgos a los que está expuesta debe primero, tratar de eliminarlos, lo cual es como regla general difícil, ya que estos riesgos pueden provenir de una fuente o distintas fuentes relacionadas con el proceso o los procesos clave de la organización y su eliminación pudiera no sólo inflar los costes para la misma, sino ser inviable para la continuidad del negocio, me explico, los innumerables riesgos asociados a las empresas dedicadas a la construcción provienen principalmente de la actividad específica de construir, por lo que, eliminarlos sería ir en contra de la naturaleza misma de la organización.
Si hemos fracasado con la eliminación de los riesgos, seguiría el turno de la sustitución… pero los riesgos como hemos analizado, no vienen por si solos, están ligados a una fuente y si nuevamente está arraigada al proceso clave, sustituirla será complicado. Reza la máxima de la gestión de riesgos “si los costos de prevención, mitigación etc. de un riesgo superan los costes que su materialización, entonces será mejor asumir el costo de falla”. Suprimir y sustituir el riesgo, traerá siempre consigo riesgos emergentes, para los que las organizaciones pudieran no estar siquiera preparadas.
Los controles de ingeniería aún están lejos de ser el fuste en el que descansa la seguridad y la higiene industrial. Aunque son la medida más efectiva contra los riesgos industriales aún son poco accesibles para aquel responsable de seguridad e higiene que tiene que lidiar con el alto nivel estructural de la organización (a la que pretende mantener segura) para su aprobación.
Al haber avanzado tres escalones infructuosamente por la estructura piramidal, nos encontramos con los controles administrativos. Hemos llegado al escalón más grueso de este mapa mental, el fuerte de la gestión en seguridad e higiene y ahora también medio ambiente se encuentra aquí. Los controles administrativos son los que operan en las formas, en los cómos, impactan en la conducta, dictan las reglas y generan conciencia en el personal ocupacionalmente expuesto. Aunque en exceso, tornan burocrática a la seguridad, volviéndose incluso en contra del proceso clave al que deben auxiliar.
Los controles administrativos tienen además la característica de la trazabilidad, cobran vida como registros cuyos medios son el papel y los archivos electrónicos, procedimientos, listas de verificación, reglamentos, planes, programas, etiquetas, tarjetas, bases de datos, matrices, constancias y registros de capacitación, por nombrar algunos. Para muchos prevencionistas es el primer y en los peores casos el único contacto con la seguridad y salud en el trabajo en su organización y sobre el que más control e intervención pueden tener.
Llegamos a la base en la jerarquía OHSAS y encontramos al EPP, llama la atención que tiene la prioridad última en la administración de riesgos, de alguna manera podría entenderse como si todos los esfuerzos realizados en los escalones precedentes no han sido suficientes para reducir el riesgo y tenemos que aceptar su materialización, es decir un posible evento. El EPP frente al riesgo no es mitigación, es aceptación, otra máxima de la gestión de riesgos dice: “aceptar un riesgo, no significa que usted va a hacer nada”. Entonces, el equipo de protección es la última barrera para afrontar las consecuencias de exponerse a un agente o condición peligrosa.
En lo personal, no creo que la gestión de riesgos en seguridad, salud en el trabajo y medio ambiente pase por ese análisis o funcione así, pienso que es un modelo ideal, bueno para la enseñanza, pero de difícil aplicación en el mundo del trabajo.
La gestión de riesgos se compone de la identificación, la evaluación, el control y la evaluación del desempeño (seguimiento o mejora continua). Finalmente el responsable de seguridad y salud en el trabajo tiene que aplicar controles efectivos sobre los riesgos encontrados y la consecución de los eventos que deriven de su materialización y para que los controles sean efectivos estos deben aplicarse sobre la fuente, el ambiente y el personal ocupacionalmente expuesto.
Encuentro esta óptica tridimensional de la gestión de riesgos más utilitaria, más cercana a la aplicación de la seguridad e higiene, pero tampoco creo que hayamos dado con la panacea del EHS.
Irving Villegas Trujillo LinkedIn
Agente capacitador externo (ACE) por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Consultoría en sistemas de gestión integrada: Calidad, Seguridad y Medio Ambiente.